Sin culpa no hay dolor
Estaba doliendo tanto que no me permitia dormir en la noche y estar en paz en el día, hasta que le pedí a Dios que me permitiera ver las cosas de otra manera.
En un instante vi que en la situación que me estaba causando dolor, lo que realmente me hacía daño no era creer que alguien actuaba en mi contra o que yo no le importaba, lo que realmente me hacia daño era la culpa que me generaba creer ser lo que yo no era, creer en una ilusión que yo misma contruí y por lo tanto no era real, que incluso podía lastimar a alguien creyendo esa ilusión y al final ese alguien sería yo.
Es un instante santo el momento que el dolor se desvanece del pecho, porque al fin y al cabo no existía, nunca existió al ser fruto de una ilusión que nació del miedo y por lo mismo no era real.
Cómo sé que liberé esa culpa? Porque me invadió la gratitud, reconociendo a Dios en ese ser, que somos uno solo y que me permitió, actuando de ese modo, amarme un poco más.
No dejo pasar a alguien de largo sin darle las gracias y en este caso me causaba más dolor pensar en agradecerle haber sido parte de mi vida, no sé si fué porque me había identificado con ese personaje o no quería liberarme de esa culpa, no lo sé y es lo de menos, lo más importante es sentir una inmensa paz al decirle Gracias por cada palabra, acción y reacción porque todo aún lo haya ignorado fué un acto amoroso hacía mi ser y la única manera de haberlo hecho es recordando que somos uno solo. Pasé del dolor a la gratitud en un instante santo en que le pedí a Dios ver las cosas de otra manera. Gracias!!!!
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