Cuando te reprimes, te olvidas de ti

Hace poco escuché una frase que me estremeció. Decía: “Hay muchas personas que han pasado toda su vida reprimiéndose… que ya creen que son buenas personas.” Y yo agregaría: incluso creen que son otras personas. ¿No es fuerte? Pasamos tanto tiempo reprimiendo lo que sentimos, lo que realmente pensamos, lo que queremos hacer o decir… que llegamos a confundir la máscara con el rostro. Y eso me recordó al Caballero de la armadura oxidada. Ese personaje que se ponía su armadura para estar listo para cualquier batalla, aunque ninguna llegaba. Hasta que un día, la armadura se le quedó pegada, oxidada ya no podía quitársela, y él… llegó a creer que era la armadura. Nos pasa más de lo que creemos, solo que no usamos una armadura metálica… usamos sonrisas forzadas, respuestas automáticas, silencios que nos gritan por dentro, actitudes aprendidas para “encajar” pero reprimirnos no nos protege. Solo nos aleja de quienes realmente somos. Y aquí viene algo importante: no reprimirnos no si...